Me declaro violentamente expectante pero sin dejar de caminar, con fulgoroso coraje, las llamas de la tempestad aun en vilo.
La paz acurrucada en mis brazos no me
desengaña del peligro de este sentimiento inconcluso.
Ahogo el incipiente dolor
y risas sin verdad con un estruendoso golpe de vida y candor.
Ansío días de
bellas caricias y besos sin preocupación, pero este vaivén me sacude así de
esta forma fatal.
Todavía conservo el perenne escudo del valor y la gracia de una
risa furtiva.
Ahora tan solo queda vivir sin mas que abrazar
y gritar la vida altiva que aun palpita en mi corazón.
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